El sector citrícola de Tamaulipas es una de las actividades de mayor importancia económica para el estado, genera alrededor de 200 mil empleos de manera directa e indirecta; y es una de las actividades agrícolas más rentables para esta entidad.
La superficie destinada a la siembra de cítricos es de 46 mil 056 hectáreas. Con una producción, en 2022, de 986 mil 505 toneladas de cítricos. Con valor de producción de más de 5,251 millones de pesos, de acuerdo con datos del SIAP.
Se cultiva naranja valencia, limón italiano, naranja hamlin, toronja (pomelo) ruby red, mandarina murcot, limón agrio, naranja agria, mandarina dancy, lima y limón persa. Todos a cielo abierto, de manera convencional y para el mercado nacional. Con excepción del limón italiano que también se produce de manera orgánica y se exporta a los Estados Unidos, en su mayoría.
Es tal la importancia en la producción de cítricos, que Tamaulipas ocupa desde el primero hasta el sexto lugar en el ranking nacional. Es primero en limón italiano (133,707 toneladas); segundo en naranja (774,611 ton); tercero en toronja (58,420); cuarto en lima (589); quinto en limón agrio (mexicano) y persa (140, 336); y mandarina sexto lugar (12,549 toneladas).
Desafortunadamente, desde el año 2014 vienen enfrentando una dura batalla para controlar el Huanglongbing (HLB) o dragón amarillo, que es una enfermedad de origen bacteriano transmitida por el psílido asiático o chicharrita de los cítricos (Diaphorina citri).
En entrevista para el programa de radio que transmite todos los miércoles la Secretaría de Desarrollo Rural de Tamaulipas en su página WEB, el coordinador de la Campaña contra el HLB en los cítricos, del Comité Estatal de Sanidad Vegetal del Estado, Ricardo Álvarez Ramos habló sobre el protocolo para la detección de muestras positivas del HLB que ataca a todas las variedades de cítricos desde cualquier portainjerto y para la cual no hay una cura.
Informó que el HLB se detectó por primera vez en el área del Altiplano, en 2014, específicamente en Bustamante, Palmillas, Miquihuana y Tula; y desde ese año hasta hoy, se ha ido extendiendo a todos los municipios con una intensidad baja, “pero ya tiene presencia en todo el estado”.
“Esta enfermedad no sólo afecta a los cultivos y al citricultor, sino al mercado comercializador que vive de la actividad y de las exportaciones. De ahí la importancia de su detección y control”, agregó el funcionario.
Dijo que la Diaphorina citri es un insecto que vive en los brotes de la planta, que es donde deposita sus huevecillos y tiene un periodo de incubación aproximada de 47 días. “Es es capaz de reproducir la enfermedad, a través de alimentarse de una planta enferma, adquirir la bacteria causal y transmitirla al alimentarse de otra planta sana, causando que ésta también enferme”, afirmó.
“La campaña contra el HLB del Comité Estatal de Sanidad Vegetal de Tamaulipas, hace las búsquedas en las diferentes comunidades con huertas productoras y de traspatio, en áreas marginales buscando la enfermedad, pero ya está detectada en todo el estado”, añadió.
Manifestó que el área más afectada es el municipio de Llera, en el que existen alrededor del 80% de las plantas con la enfermedad. “Pero el daño no es solamente para el citricultor, sino que también ya llegó a los apicultores, que desde hace más de un mes comenzaron a quejarse porque dicen que ya no hay miel de azahar, porque la la enfermedad debilita la planta y no puede tener ni flores ni frutas y los deja caer, entonces las abejas ya no pueden alimentarse”.
Señaló que en Güemez, otro de los municipios productores de mayor importancia citrícola, hay un 20% de pérdidas. “Uno de los ejidos con más serias afectaciones es La Rosita Dos, aquí hay productores que generalmente tenían cosechas de 18 toneladas por hectárea y este año se redujo a tres o cuatro toneladas. La fruta cayó prematuramente y en algunos casos la madurez fisiológica, si la fruta lo permite, puede ser procesada, pero si no es lo suficientemente madura, pues no sirve para nada o tal vez para alimentar al ganado”, puntualizó.
Sostuvo que las primeras pérdidas por el HLB se presentaron a finales de 2022 y a principios de 2023. Pero ya no se están haciendo pruebas de detección como al principio, “lo que se necesita ahora es buscar una solución para tratar de contener el daño, aprender a convivir con la enfermedad para controlarla y volver a producir como antes”.
Enfatizó que como no hay una cura para la enfermedad, lo que sí pueden hacer es controlarla, pero se requiere de organización y de constancia por parte de los productores, para poder hacer un manejo integral y regional que permita controlar al insecto vector.
Los responsables de la campaña han implementado capacitación para los productores, pues se carece de tecnologías y de la cultura del cuidado, porque “las producciones de cítricos eran muy bondadosas antes de la enfermedad y requerían pocos cuidados, pero ahora necesitan más dedicación, como todo organismo vivo que se enferma”, agregó.
Entonces, los productores se están reorganizando, pues poseen variabilidades en conocimiento, niveles de estudio, nivel socioeconómico y su manera de pensar es muy heterogénea. “Lo más importante es mantenerlos en un mismo nivel de conocimiento, orgnizarlos y ordenarlos”, dijo.
La propuesta que han realizado a los citricultores es que, de forma organizada, se realice un control químico regional, que consiste en que “todos los productores de una misma zona apliquen el mismo producto en una misma fecha y en un periodo no mayor a los 12 días, para lograr la cobertura total de las comunidades que integran el área regional de manejo”.
Recordó que hasta el 2018, todavía se tomaban muestras de detección en las plantas, pero no se encontraban árboles enfermos, sí había muchos insectos, pero eran pocas las plantas con síntomas, por lo que se les pedía a los citricultores que si resultaban positivas se eliminara el árbol, pero al no haber síntomas visibles, lo dejaban, por lo que fue creciendo el problema hasta dispersarse ya en todo el estado.
“Hubo mucha negligencia y eso fue lo que complicó más las cosas, porque ahora sabemos que los periodos de incubación de la enfermedad son de hasta seis años, cuando se empiezan a notar, por lo que nueve años después ya no es necesario talar el árbol, pues el nivel de infección ya alcanzó a todo el estado”, enfatizó.
Lo que sí es cierto, dijo, es que el HLB no ha acabado con la citricultura en el mundo, China tiene más de 100 años con la enfermedad y sigue siendo el principal productor de cítricos. Pero tienen otra cultura, cuentan con invernaderos de cítricos para evitar que las plantas se infecten. Además, no plantan árboles tan pequeños, porque las plantas pequeñas producen muchos brotes, y el insecto es atraído.
“Lo que tiene que cambiar son nuestros hábitos fitosanitarios, siendo ordenados en el tema de los tratamientos y dejando de hacer las cosas empíricamente, para voltear a la ciencia, no copiar los métodos de otros productores sin antes analizar nuestras necesidades. El desorden lo causan los citricultores porque siguen sus propios protocolos de forma empírica y dan los mismos tratamientos a una planta con más años y a una nueva”.
Por último, el funcionario recomendó a los citricultores a acercarse a los Comités de Sanidad Vegetal de cada estado, para solicitar el apoyo necesario, “si bien no se les puede dar el insumo, sí la asesoría en coordinación y acompañados de los técnicos, para hacer análisis de suelo y saber lo que realmente necesita la planta: agua, follaje, determinar en qué condiciones está y si es conveniente cambiar el PH, si es necesario cambiar a otro tipo de producto, etc.”.

