Tras la devastación generada desde el 2009 por la plaga del Dragón Amarillo o Huanglongbing (HLB) en las plantaciones de limón de Colima, ahora este estado la mantiene bajo control.
Y es que cuando la plaga estuvo en su momento más álgido, y en declaraciones de la Secretaría de Agricultura en 2016, “la producción de limón en Colima bajó de 550 mil toneladas a 170 mil toneladas anuales”.
En 2022, en cifras preliminares del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), la producción se ha recuperado poco a poco, llegando a más de 310 mil toneladas.
El cultivo de limón es de vital importancia para este estado, ya que es fuente de divisas para sus habitantes, da empleos y su producto es reconocido tanto a nivel nacional, como internacional.
Por este motivo, los productores de limón de Colima han sabido convivir con la enfermedad del HLB con un manejo adecuado, manteniéndola bajo control y la productividad se ha ido recuperando.
Juan José Larios Moreno, representante estatal del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) recordó al portal El Pulso de Colima, que en 2009 cuando se detectó por primera vez, se hablaba de que el Dragón Amarillo había afectado a un total de 79 mil 456 hectáreas cultivadas.
A partir de ahí se realizaron diferentes acciones para su control y erradicación. “Y hasta la fecha el estado de Colima está bajo control fitosanitario. Una enfermedad que llegó para establecerse, pero los productores han sabido convivir con la enfermedad con un manejo adecuado y la productividad se ha ido recuperando”, señaló el funcionario.
El investigador expresó que actualmente existe un censo que maneja alrededor de poco más de 21 mil hectáreas de limón mexicano y las principales zonas productoras se encuentran en los municipios de Tecomán (204,975 toneladas), Armería (69,515), Coquimatlán (16,296) y Manzanillo (9,449).
Manifestó que conjuntamente con los productores realizan campañas con el propósito de disminuir la población dañada para que ésta no llegue a causar un daño mecánico y proteger la movilización hacia otros estados y que no se pueda diseminar vía movilización, vientos, etcétera, hacia otras zonas productoras del estado.
“La campaña maneja bajas poblaciones, y hay un monitoreo y trampeo que se realiza a través de ella y se detecta cuáles son las zonas donde hay mayor población que, por algún motivo, hay plantas más jóvenes o se dejó de atender algo al no efectuar las actividades adecuadas”, agregó.
Externó que semanalmente las autoridades colocan trampas en puntos rojos o estratégicos en huertas, en las cuales se observan la incidencia de la plaga: cuántas diaporina citri fueron capturadas y con base a eso se crean una gráfica mensual y anual, para informar en qué zona se está disparando la plaga o se mantiene dentro de los parámetros considerados, es decir, que “no son un gran problema”.
Explicó que actualmente los productores aplican diversos productos para controlar la diaporina u otras plagas como acaros, que “finalmente también sino van específicos contra el psílido (variante), van contra otra, pero también combaten a esa plaga”.
“La plaga ocasiona un decremento en la productividad en la planta, lo cual hace que produzca menos. La enfermedad no se transmite por medio del fruto, por lo cual no tiene una restricción para su movilización”, citó.
Lo que sí tiene, dijo, es el material propagativo o material vegetal de los cítricos que para movilizarse hacia otros estados deben estar producidos bajo ciertas características como los viveros certificados para la producción de plantas, yemas o semillas.
Inclusive no nada más se pide eso, van pruebas contra VTC (virus tristeza de los cítricos) para que esa planta no disperse estas enfermedades hacia otro lugar, pues este virus causa una muerte paulatina de foliación de las plantas.

