La sequía en México es un problema recurrente que afecta a diversas regiones del país. Durante los últimos años, ha sido especialmente intensa en varias zonas de la República Mexicana, incluyendo el Norte y Centro de México.
De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), México vive la segunda sequía más severa que ha ocurrido en los últimos 12 años, ya que de la cantidad total de agua anual que recibe por lluvias el territorio nacional, sólo 27.4 por ciento escurre por medio de ríos y arroyos, además de que se recargan los acuíferos, para luego ser aprovechada para el consumo humano.
Con inversiones millonarias en obras, apoyos al agro, tandeo o restricciones del suministro de agua y hasta con bombardeos de nubes, las autoridades de al menos 14 estados se preparan para enfrentar la temporada de estiaje.
Hace unos días, en conferencia de prensa, Humberto Marengo Mogollón, subdirector general técnico de la Conagua, indicó que dos terceras partes del país se consideran semiáridas, por lo cual existe un problema de escasez del líquido por el crecimiento poblacional y fenómenos como la migración.
Agregó que mientras en la región centro-norte se tiene 22 por ciento del escurrimiento anual de precipitaciones, en el sur alcanza 78 por ciento. La Conagua reconoce que este año las presas del Sistema Cutzamala están en su peor nivel en 27 años, pues se encuentra a 48 por ciento de su capacidad.
Marengo Mogollón señaló que se tiene la percepción de que en la nación llueve suficiente, pero no es así, de los mil 450 millones de metros cúbicos de agua en forma de precipitación, 72.5 por ciento se evapora y regresa a la atmósfera, 21.2 por ciento escurre por ríos o arroyos, y 6.3 por ciento se filtra al subsuelo y recarga los acuíferos.
Ante los bajos niveles de las presas, aumenta la probabilidad de que este año se registre una sequía más grave que la de 2022. Actualmente la mitad del país está en esta condición.
Uno de los casos es Tamaulipas, que actualmente tiene 100 por ciento de su territorio con algún grado de sequía, según reporta el Monitor de Sequía de la Conagua.
Ese estado tiene en curso una inversión de 70 millones de pesos en obras hidráulicas, principalmente para enfrentar la problemática de fuga de agua dulce hacia el mar y la construcción de dos acueductos, uno de ellos desde la Huasteca hacia la zona centro del estado.
En los primeros meses del año, en teoría, las presas deberían tener un nivel superior a 70% para garantizar un abastecimiento seguro de agua en la época seca, que son los ocho meses sin temporada de lluvias.
Pero, ante los bajos niveles de las presas, en el país aumenta la probabilidad de que este año se registre una sequía más grave que la de 2022, que afectó profundamente a la ciudad de Monterrey, en Nuevo León.
Durante 2021 se reportaron las mayores sequías de los últimos 40 años. El problema crece por el aumento de las temperaturas.
La región más afectada es la noroeste, que abarca a Nuevo León y Tamaulipas, con el 91.4% de su superficie con sequía de moderada a extrema.
Las otras regiones afectadas por la sequía son la parte centro occidente (Jalisco, Aguascalientes, Guanajuato, Colima y Michoacán ) con el 81.9% de su superficie en esta condición; la norte (Chihuahua, Coahuila, Durango, Zacatecas y San Luis Potosí) con el 64.5%, y la centro-sur (Querétaro, Hidalgo, la Ciudad de México, Estado de México, Morelos, Tlaxcala y Puebla), con 54.5%.
En esta última es donde se encuentra el Valle de México, una zona en alerta ante las condiciones que padece: alta población, escasez de lluvia, presas por debajo del nivel y sobreexplotación.
Un problema del bajo abastecimiento de agua es la degradación del Sistema Cutzamala por tres motivos principales. El primero es un efecto del cambio climático, que ha causado que en los dos últimos años llueva menos.
Otro motivo es la tala ilegal que devasta los bosques de Michoacán y del Estado de México, importantes en el ciclo de agua, ya que su vegetación y suelo retienen agua que se filtra y abastece a los acuíferos. Un problema adicional son los asentamientos humanos irregulares en torno a los canales de agua.
Según el estudio Aguas en México, ¿escasez o mala gestión?, del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), en el país existen 12 millones de personas que carecen de acceso al agua.
La Conagua reportó el pasado 15 de marzo de 2023, que las presas del Sistema Cutzamala están al 48.5% de su capacidad de almacenamiento. Se trata del peor nivel del que se tiene registro, pues se ubica 23.2% por debajo del promedio histórico.
El 70% del abastecimiento de agua del Valle de México proviene de acuíferos y, sin embargo, 115 de estos pozos profundos están en un estado crítico de sobreexplotación, de acuerdo con el estudio del Imco. Además, no existe una política pública para su protección, coinciden los expertos.
El crecimiento demográfico desmedido es una de las principales causas de esta sobreexplotación, sobre todo de los acuíferos del norte y centro del país. La región de Lerma-Pacífico es la que tiene más acuíferos sobreexplotados. Le siguen los de Río Bravo y la Península de Baja California.
No existe un programa para atender este fenómeno. Hay una omisión total de las autoridades. O sea, la mayor atención del gobierno federal y de los gobiernos estatales debería estar en la pérdida de aguas subterráneas, que son la principal fuente de abastecimiento de la mayoría de las ciudades.
Esto causa las sequías que van desde moderadas y severas hasta excepcionales, como ocurrió el año pasado. La sequía excepcional ocurre si no llueve lo suficiente y, además, se pierde la humedad del suelo.
Una sequía irreversible puede tener un impacto significativo en la agricultura y la ganadería, es decir, que se refleja en la pérdida de cultivos, mortandad de animales y plantas, y el daño que provoca esta sequía excepcional no se recupera en un año.
Puede tener pérdidas irreversibles; especialmente en las regiones donde la agricultura es la principal actividad económica.
La falta de agua puede hacer que los cultivos no crezcan adecuadamente o que mueran, lo que puede provocar escasez de alimentos y aumentar los precios.
También puede afectar la producción de carne y leche, ya que los animales no tienen suficiente agua y pasto para alimentarse. Esto puede provocar la muerte de animales y pérdidas económicas para los productores.
La sequía puede tener un impacto en el suministro de agua potable y en la generación de energía hidroeléctrica. También puede contribuir a la erosión del suelo y a la desertificación.
En los últimos años, México ha implementado diversas medidas para hacer frente a la sequía, incluyendo la construcción de infraestructuras para el almacenamiento y distribución de agua, la promoción de prácticas agrícolas sostenibles, y la creación de programas de apoyo a los agricultores y ganaderos afectados por la sequía.
Pero en voz de algunos expertos, esas medidas son insuficientes, pues atienden el problema en el corto plazo, pero carecen de una visión de largo alcance y, sobre todo, dejan de lado que la escasez de agua es un tema de seguridad nacional.
Se requiere recuperar el bosque, restaurar ecosistemas y reordenar los crecimientos urbanos. Ante estos hechos, urge modernizar la red hidráulica del Sistema Cutzamala porque, debido a la antigüedad de la infraestructura, 40% del agua que se distribuye por esta red se pierde en fugas o en tomas clandestinas. Si la proporción de pérdida de agua baja a 10% se ahorrarían muchísimos litros.
Pero para este objetivo, se necesita una inversión millonaria y voluntad política para renovar el sistema. En los últimos años ha ocurrido lo contrario. De 2013 a 2020, el presupuesto de la Conagua se redujo prácticamente a la mitad, aunque se recuperó este año.
A futuro, una opción es tomar el agua tratada para potabilizarla, pero para ello es necesario mejorar el tratamiento de las aguas residuales y depositarlas en espacios amplios de lagunas. Algo importante porque actualmente 80% de los cuerpos de agua del país presentan algún tipo de contaminación por descargas de aguas residuales no tratadas.
A pesar de estos esfuerzos, la sequía sigue siendo un problema significativo en México, y se espera que las condiciones climáticas extremas, se vuelvan más frecuentes e intensas en el futuro debido al cambio climático.