
Dr. Andrés Rodríguez Veloso
Ingeniero Agrónomo
Tel. 229 9293714
Veracruz, Ver. México
El calcio dentro de la agricultura juega dos importantes funciones: en la nutrición de los cultivos y otra relacionada con la condición de los suelos.
* Introducción
Los apuntes y consideraciones expuestas en los siguientes párrafos no provienen de un estudio científico de campo, realizado en un centro de investigación establecido, ni evaluados mediante diseños experimentales de campo; ni con el auxilio de métodos estadísticos rigurosos. Simplemente es la interpretación de varios resultados de campo; analizados con sensatez y relacionados con la literatura especializada correspondiente.
Con respecto al calcio en la actualidad, en el ámbito citrícola y de forma muy frecuente podemos escuchar… “sí efectivamente hay calcio en los suelos, pero no es asimilable” y se nos recomienda aplicar calcio. Más bien, lo interpreto como una invitación a comprar alguna fuente de calcio; ocupando un argumento poco técnico, que confunde al productor. Y todo para (en mi más crítica opinión) poder cumplir alguna meta de venta de fertilizantes.
Efectivamente el calcio, juega en el suelo y sobre todo en la agricultura dos diferentes e importantes funciones. Una como elemento esencial, en la nutrición de los cultivos y otra relacionada con la condición (de acidez o alcalinidad) de los suelos; según la cantidad de calcio y/o tipo de sal presente, de ahí se tienen las definiciones de: Suelos ácidos de bajo pH (con bajo contenido de calcio fundamentalmente) que pueden ser arenosos o arcillosos; Suelos alcalinos de alto pH (con alto contenido de calcio y otros cationes). Suelos salinos (con alto contenido de calcio y/o magnesio); Suelos salino-sódicos (con alto contenido de calcio y sodio); Suelos con alto contenido de carbonatos de calcio. Tan poco deja de ser significativo, la presencia absoluta y relativa del calcio en las aguas que se ocupan para el riego y/o fertirriego, definiendo la magnitud de su presencia en la clasificación de la calidad de éstas.
La evaluación o diagnóstico del contenido de calcio (en suelo, planta y agua) con fines de orientar la nutrición (fertilización), o con fines de definir el mejoramiento de un suelo ácido (encalado), o con fines de la evaluación de la calidad de las aguas de riego es amplia y puede llegar a ser compleja la interpretación de los resultados, sobre todo cuando se analizan de forma conjunta los resultados analíticos del suelo con los niveles de producción de los cultivos, o con la calidad del fruto agrícola a cosechar. Más aun, se hace compleja la interpretación si los cultivos son: de ciclos de vida con diferente duración (anuales o perennes), de diferentes necesidades cuantitativas de calcio, (en hojas o frutos) de diferentes intensidades de suministro, combinado con diferentes grados de transpiración (con o sin riego), de cultivos plantados en suelo natural o sustratos inertes.
De todo esto lo que resulta ser muy claro y confuso (o mal interpretado al mismo tiempo), es que: el calcio es un elemento esencial para todos los cultivos pero que no siempre es necesario o se justifica su aplicación como nutriente. Al menos cuando las raíces del cultivo están directamente establecidas en el suelo y el cultivo es de ciclo largo.
Por lo pronto empecemos con el desglose y consideraciones de estos apuntes, tomando como ejemplo dos cultivos (cítricos y caña de azúcar) que abarcan grandes extensiones de cultivo, donde podemos encontrar una variada capacidad de intercambio de cationes y una composición absoluta y relativa muy amplia de los cationes básicos y de la acidez intercambiable de los suelos.
* Consulta a la Literatura Especializada
Hagamos una revisión de la bibliografía clásica especializada, empezando por un cultivo por ejemplo: el cultivo de los cítricos. Según una amplia objetiva y ordenada recopilación bibliográfica de innumerables investigadores, realizada por José María del Rivero (entre los años 1957 y 1968) plasmada en “Los estados de carencia en los agrios” el autor resumía que: una deficiencia de calcio provoca pérdida de vigor, brotaciones pobres, desecación de punta de ramas y aclareo de follaje; pudrición de las raíces con amarillamiento de las hojas, clorosis de los nervios; y disminución del rendimiento. Todo esto muy relacionado, por las funciones que el calcio cumple dentro de los cítricos, como agente cementante para mantener las células unidas, por la actividad desplegada en los meristemos para el desarrollo y funcionamiento de las raíces, multiplicación celular, crecimiento celular. Considerándose éste, el síntoma primario y más genuino de la carencia del calcio en los cítricos, el que empieza por la raíz y termina afectando el follaje y la producción.
Otras funciones atribuibles al calcio, descritas antes de 1968 son: regular la permeabilidad de los tejidos y membranas celulares en lo que podrá influir por su antagonismo con el potasio y el sodio; actuar sobre la translocación de los carbohidratos y proteínas. También contrarrestar los excesos de potasio, magnesio, sodio y el nitrógeno en forma de amonio ante exceso de fertilización con sulfato de amonio. Además, el calcio influye en la calidad, coloración y proceso de maduración de los frutos. Si se considera la presencia del calcio en la constitución mineral de las raíces, tronco, ramas, hojas, flores y frutos, este elemento ocupa el tercer lugar después del nitrógeno y el potasio. Toda esta verdad escrita en muchos textos o literatura especializada después de 1968 y repetida en cuanto seminario se imparte por investigadores del ramo, puede explicar qué: asesores y/o agentes de venta de fertilizantes consideren oportuno, recomendar la aplicación del calcio.
Pero siempre me he cuestionado (de asesores y/o agentes de ventas de fertilizantes) la insistente expresión… “si efectivamente hay calcio en los suelos, pero no es asimilable” y en una segunda insistencia reiteran la necesidad de aplicar calcio. Aun cuando la interpretación de los análisis de suelos, no indican o clasifican de bajos los contenidos de calcio. Al respecto logro entender que, de la literatura clásica, lo más difundido han sido; las funciones del calcio y los síntomas más típicos de su deficiencia en las plantas, provenientes de los ensayos en condiciones controladas (con soluciones nutritivas elaboradas) donde la ausencia del calcio era absoluta. Además de ensayos de plantaciones citrícolas en suelos donde el contenido de calcio resultó ser interpretado como bajo y definido cuantitativamente por investigadores como De Villier en África del sur, Spencer y Koo (1962), Brayan (1957), Chapman (1967). Todos citados por Del Rivero (1968).
Chapman 1966, ya consideraba, que el porcentaje de saturación de calcio en el complejo de cambio del suelo; era un buen sistema para evaluar el contenido de este elemento. Consideró en un inicio, que un suelo era normal si el contenido de calcio de cambio representaba entre el 60 y 85% de la capacidad total de cambio catiónico. Más tarde, señaló como un índice de suficiente disponibilidad de calcio en los suelos, cuando éste ocupara o saturara entre un 75 y 90% la capacidad de cambio catiónico. Otros autores para cítricos y otros cultivos ya consideraban una deficiencia de calcio; cuando el porcentaje de saturación del Ca era inferior al 25% de la capacidad de cambio. También para esa época se consideraba como un contenido óptimo de calcio cuando éste saturaba entre el 60 y el 70% de la capacidad de cambio. Pero cuanta cantidad de calcio en términos absolutos, representan estos porcentajes de saturación de Ca, en los diferentes tipos de suelo con diferentes capacidades de cambio o de intercambio de cationes (C.I.C).

Tabla 1. Cantidad de calcio individual correspondiente (expresado en ppm), para los porcentajes de saturación de Ca (25%; 65% y 75% de la C.I.C.) de diferentes tipos de suelos.
En África del Sur, De Villier y colaboradores (apuntaba Del Rivero), encontraron síntomas de deficiencia de calcio en árboles, frutos de naranja y bajos contenidos foliares de este elemento; que desaparecieron luego de aplicaciones foliares de calcio. En el suelo encontraron que el contenido de Ca saturado era de 0.5 meq /100 g de Ca (equivalentes a 100 ppm de Ca).
En Florida, Spencer y Koo (1962) en árboles (de pomelos y naranjas) cultivadas en suelo arenoso encontraron síntomas de deficiencias de Ca (amarillamiento del follaje entre nervios, desecación apical de ramas, defoliación prematura, frutos deformados, arboles pequeños y muy escaza producción, debida a un sistema de raíces poco desarrollado) característica esta última de ser, el síntoma primario, típico y más genuino de la deficiencia de Ca. En tales circunstancias, la capacidad de cambio o de intercambio de cationes era de 2.4 meq/100g (equivalentes a tener menos de 289 ppm) si la saturación por Ca llegaba al 60 %. O era de menos de 120 ppm si la saturación por Ca llegaba ser inferior al 25%.
* Resumen y Conclusiones
En su conjunto los resultados De Villier, Spencer y Koo, nos inclinan a la idea de que hay un contenido de Ca en el suelo, que, por debajo de él, se limita el crecimiento de la raíz, que deriva en una afectación en el follaje y en consecuencia una baja en el rendimiento. La respuesta positiva a la aplicación del Ca avala esta idea. Por lo que un contenido entre 100 y 300 ppm de Ca pudiera clasificar de un valor bajo y considerarse como una referencia.
En 1987, Bernardo Van Raij consideraba que la necesidad de Ca para la mayoría de los cultivos no era elevada y puntualizó que el límite mínimo de Ca estaría por debajo de 2 meq/100 g (401 ppm de Ca). No se presentaron otros indicadores del Ca, el pH, ni del resto de los cationes, solo se especificaba que eran suelos arenosos, aspecto de interés ya que en los suelos arcillosos la situación puede ser diferente. Al concluir la revisión de la literatura, presentaremos historiales de análisis de suelo donde los contenidos de Ca alcanzaban hasta 10,000 ppm. Se podaban regularmente, los rendimientos de naranja superan las 40 ton/ha y se aplicaba Calcio para prevenir supuestas deficiencias, por estar el Ca supuestamente no disponible.