La naranja es hija de una mandarina y de la madre de la toronja o pomelo

De acuerdo con un artículo publicado en el diario El País, el mayor árbol genealógico de los cítricos desvela una ‘orgía’ entre diferentes especies de frutales y confirma un ancestro común hace unos ocho millones de años.

Detrás de la naranja hay una historia épica, en la que resuenan las batallas de Alejandro Magno, la expansión del Islam, las campañas militares de los cruzados cristianos, la diáspora judía y el descubrimiento de América. La naranja es un libro de historia de la humanidad y ha llegado a su mano gracias a multitud de conquistas y reconquistas y a una batalla científica de siglos.

“El ancestro de todos los cítricos vivió hace unos ocho millones de años en el sudeste asiático”, explica el biólogo Manuel Talón, quien trazó “el árbol genealógico más potente” de estos frutales. Sus matrimonios, simplificados, se pueden dibujar como si fueran los de la familia Buendía en Cien años de soledad. “La naranja dulce es hija de un pummelo [la madre del pomelo] y de una mandarina”, relata Talón, director del Centro de Genómica del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias, que sitúa este enlace en lo que hoy es la China occidental hace unos 3.000 años.

En este cruce, la mandarina era el padre. Era una mandarina salvaje, ácida y llena de semillas, incomestible, que enviaría su esperma, el polen masculino, a través del viento hasta las flores de la madre, un pummelo. Fruto de la unión nacería la primera naranja, que según especula Talón sería detectada por un avispado agricultor chino, que perpetuaría su cultivo mediante injertos. Milenios después, a finales del siglo XV, la naranja dulce llegó a España en las manos de comerciantes portugueses e italianos.

El equipo del biólogo ha estudiado el genoma de 30 especies de cítricos. En concreto, los científicos han leído el ADN de los cloroplastos, unos orgánulos presentes en las células vegetales que portan información genética heredada de la madre.

En todo el mundo, los cítricos ocupan seis millones de hectáreas en casi 100 países. Pero son cultivos frágiles. En 1862, un pseudohongo desembarcó en los naranjales españoles. La enfermedad que provocaba, la gomosis, arrasó los cultivos, excepto los naranjos amargos, que a partir de entonces fueron utilizados para injertar en su tronco naranjas dulces y otros cítricos. A finales de la década de 1960, se repitió la historia. El llamado virus de la tristeza mató a 50 millones de naranjos amargos en España y hubo que cambiar de portainjertos.

“Estudiar los genomas de los cítricos permite ver qué especies son más resistentes a condiciones adversas y por qué, para conseguir variedades mejor adaptadas”, resume Joaquín Dopazo, coautor del árbol genealógico.

 

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