El regreso de El Niño traerá sequías, inundaciones y picos de calor más severos

Los expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) advierten que El Niño, un fenómeno natural que se origina en el Océano Pacífico y determina el clima en todo el mundo, tiene un 55% de probabilidades de aparecer en la segunda mitad de 2023. El peligro es un nuevo cambio global de la temperatura.

El episodio de El Niño, que los científicos prevén se desarrolle en los próximos seis meses, traerá probablemente inundaciones y sequías más severas a nivel mundial, así como «picos importantes» de calor, pues al aumento de temperatura global causado por los humanos se sumará este fenómeno de calentamiento oceánico.

El fenómeno climático El Niño-Oscilación del Sur (ENSO) consta de dos fases -la fría, llamada «La Niña», y la cálida, conocida como «El Niño»- y supone “la variación de temperatura más importante a nivel global”, según explica a EFE Carlo Buontempo, director del servicio de Cambio Climático de Copernicus, el programa de medición satelital de la Unión Europea.

Este físico precisa que la oscilación ENSO, si bien alterna una fase fría y una cálida, no es regular ni necesariamente cíclica, como sí son otros fenómenos climáticos, y alega que puede haber varios años consecutivos en una misma fase, como de hecho ha ocurrido en los últimos tres años con La Niña, que acaba de terminar.

La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos dio por finiquitada esta fase fría en marzo y ahora, en un periodo neutral de ENSO -en el que no hay La Niña pero tampoco ha llegado aún El Niño-, augura que hay un 62 % de probabilidad de que El Niño se asiente entre mayo y julio de este año, y un 80 % de probabilidad de que lo haga en otoño.

Precisamente el fin de La Niña y el desarrollo de El Niño -junto al calentamiento global originado por el hombre- es uno de los argumentos que los especialistas ofrecen para explicar el máximo histórico de temperatura de la superficie marina registrado a principios de abril, cuando los océanos marcaron 21.1ºC de media, superando el anterior récord de 21ºC, alcanzado en 2016.

Pero ya antes de que la ciencia explicase con precisión los fenómenos que dan sentido al clima del planeta, los pescadores peruanos se dieron cuenta de que una corriente cálida dominaba las aguas del Pacífico cada pocos años. La llamaron El Niño, porque sus efectos eran más evidentes en diciembre, coincidiendo con el día de Navidad.

Hoy sabemos que El Niño es un evento que se origina en el océano Pacífico y que determina el clima de todo el mundo. De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial, hay un 55% de probabilidades de que el fenómeno de El Niño se dé en la segunda mitad de 2023, lo que puede llevar a un aumento global de las temperaturas y a cambiar los patrones de vientos y precipitaciones de diferentes puntos del planeta.

El Niño y La Niña son diferentes fases de un patrón climático que se da de forma recurrente en la zona tropical del océano Pacífico y que recibe el nombre de ENSO (por las siglas en inglés de El Niño-Oscilación del Sur). El Niño es un fenómeno de calentamiento, mientras que La Niña lo es de enfriamiento. Ambos se van sucediendo, uno después del otro, aunque muchas se veces se dan procesos de condiciones neutrales entre ellos.

Durante los eventos de El Niño, la superficie del Pacífico se calienta, los vientos de la superficie se debilitan y las precipitaciones aumentan en la parte sur y este del océano. Todo esto provoca cambios en las presiones a nivel del mar, las temperaturas, las precipitaciones y los vientos no solo en los trópicos, sino en muchas otras regiones del mundo.

El Niño y La Niña son fenómenos naturales, que no tienen origen antropogénico, como sucede con el cambio climático. Sin embargo, las consecuencias de ambos se pueden combinar. Esto sucedió en 2016, el año más cálido desde que existen registros debido en gran parte a la combinación de El Niño y los efectos del cambio climático.

Es importante entender que una subida de las temperaturas medias globales no implica que vaya a hacer más calor durante todo el año y en todas las regiones del mundo. En algunas, de hecho, los fenómenos climáticos asociados a El Niño pueden llevar a un descenso de las temperaturas. Es el caso del norte de Europa, en donde los inviernos pueden ser más secos y fríos debido al comportamiento de la corriente del chorro.

La corriente del chorro, una corriente de fuertes vientos que transporta lluvia a través del Atlántico, puede hacer también que las condiciones sean más húmedas en los países del sur del continente europeo. Al otro lado del globo, en Australia, El Niño puede implicar menos lluvias y mayores temperaturas, aumentando así el riesgo de sequías e incendios forestales.

En América Latina, muy cerca del océano Pacífico en donde se forma este fenómeno de calentamiento, es probable que los patrones climáticos sufran variaciones importantes. Las posibles predicciones apuntan a una temporada más seca de lo habitual en el Amazonas, por ejemplo.

Los efectos del clima actúan muchas veces como fichas de dominó estratégicamente colocadas: al moverse una, se produce un efecto en cadena que afecta a todas las demás. Hoy, es imposible predecir con exactitud qué consecuencias tendrá el retorno de El Niño ni cuándo sucederá. Sí puede anticiparse, sin embargo, un periodo de calentamiento que se unirá a los efectos del cambio climático que ya estamos notando en nuestro día a día.

El Niño aumenta la temperatura de la superficie oceánica -que puede en la región tropical del Pacífico central ascender al menos 0.8º C-, un calentamiento que altera la variación de precipitaciones en todo el planeta y, según Buontempo, eleva el riesgo de fenómenos extremos como sequías e inundaciones.

El experto aclara que las consecuencias de El Niño afectarán sobre todo a la región del sudeste asiático y a Australia, pero también a partes de Latinoamérica y del continente africano y, de manera menos intensa, al resto del mundo.

Por ejemplo, apunta que El Niño puede incidir en la formación de huracanes en el Atlántico, ya que “modula la dirección del viento en la alta atmósfera”. 

Aunque son fenómenos que se pueden percibir como independientes, Buontempo aclara que el cambio climático tiene un impacto sobre El Niño y viceversa, y sostiene que “tanto a nivel de temperatura como de precipitaciones, los extremos que vamos a ver durante El Niño o La Niña serán más fuertes de lo que han sido hasta ahora”.

En conjunto, los últimos ocho años han sido los más cálidos en la historia de la humanidad y “lo verdaderamente sorprendente”, para este especialista, es que de éstos, muchos han coincidido con La Niña, la fase del fenómeno ENSO que refresca las aguas del Pacífico.

«Normalmente la temperatura global suele ser más baja en estos años de La Niña y aún así hemos tenido extremos de temperatura, lo que indica que la tendencia del calentamiento global es muy fuerte», expone el científico.

Sin embargo, los mayores picos de calor han sucedido durante El Niño (en años especialmente cálidos como 1998 o 2016, por ejemplo), apunta Buontempo, y es previsible que en los próximos meses -a finales de 2023 o ya en 2024- se registren nuevos máximos en la temperatura media global.

«Si a esa tendencia de calentamiento del planeta le sumamos el efecto de El Niño, es muy probable que tengamos un pico importante», finaliza el especialista.

 

Deja un comentario

Compartir:

Síguenos en redes sociales